Transparente

Imagen
Invisible

Comenzó por el dedo pequeño del pie izquierdo. No llegaba a ser picazón, tan solo una sensación extraña. Una sensación ni siquiera incómoda, simplemente extraña, y más extraña cuando, con el paso de los días, el dedo se fue volviendo completamente transparente.

Trató de decírselo una de las noches que estaba de buenas. ¿Sabes lo que me ha pasado?. Alguna bobería de las tuyas, y se giró en la cama, en medio del vaho de alcohol que siempre le acompañaba.

En un par de semanas, sus dos pies eran transparentes y comenzaban a desaparecer también sus pantorrillas. Comenzó a utilizar medias, a pesar del calor del verano. No soportaba la sensación de ver el vacío que quedaba entre el borde de su falda y los zapatos. La transparencia fue avanzando y ella la combatía con manga larga, con guantes, con jersey de cuello alto, con gorro de punto, con pasamontañas.

Desnuda, tras la ducha, se dirigió a la cama. Era uno de esos días en los que sus comentarios durante la cena la avisaban de que esa noche requeriría su cuerpo. Se acostó invisible. El se giró en la cama, la aferró por la cintura, y terminó tras unas pocas y torpes embestidas. Se giró de nuevo saciado. Sin verla.  

 

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