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Auditorio Alfredo Kraus

Un salto de nada y, casi en un instante, acabo de llegar a Guatiza desde Madrid.

Saltamos de un lugar a otro, los atravesamos. ¿De qué manera, sin embargo, nos atraviesan a nosotros los lugares?

Pensarlo, me obliga a acordarme del pasado fin de semana. Celebramos el comité regional en el auditorio Alfredo Kraus, en Guanarteme. El auditorio, el centro comercial, la avenida… esconden, sin llegar a sepultarlos, los recuerdos de mis años en Guanarteme.

Cuando llegamos, algunas de las calles eran de tierra y un muro cercaba las fincas de plataneras que ocupaban el lugar donde ahora se levanta el centro comercial y, sobre las cinco de la tarde, un ganado de cabras recorría las calles. Vivíamos encima de un tostadero de café y sucedáneos. Pero no del sucedáneo de hoy, mezcla de cereales para disfrutar del sabor del café (falso), con un producto adecuado para la salud (puede que cierto). El sucedáneo de la época era la cebada, café de pobres para teñir el agua y en ocasiones de acomodados que si no había café, pues no había.

Junto a esos recuerdos que evocó en mí el paseo alrededor del auditorio, el recuerdo de las chabolas que se agarraban a cualquier trocito de suelo medio llano en la carretera del Rincón, o de las que colgaban bajo el risco, con andamiajes de madera y cuerda a modo de caminos entre ellas.

Fue la observación directa de la miseria, de la pobreza y la convivencia con ellas durante un verano que no olvidaré, quienes despertaron en mí de manera incipiente mi vocación política. Todavía no había leído nada del estilo de principios fundamentales del materialismo histórico, que llegaría después, no había el menor sustento teórico en mi militancia, era la pura rebelión ante situaciones inaceptables, que hacían que el estilo de vida de mi familia, humilde y apretado, pareciera en comparación acomodado.

Más tarde, fruto de mi militancia, desarrollé mi trabajo en Schamann, La Isleta, San Nicolás… Fueron lugares que no solo atravesé, sino que me atravesaron, haciéndome en gran medida ser quien soy.

Hoy los recuerdo sin la más mínima nostalgia, pues son historia y con ser recuerdo les basta, pero no dejo de sentir una especie de agradecimiento a esos lugares y las gentes que los habitaban.