Un golpe de efecto

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La jugada de Pablo Iglesias, un golpe de efecto
15-03-2021

Entender el discurso de Pablo Iglesias, anunciando su marcha del Gobierno y su candidatura a la Comunidad de Madrid, requiere entrar en las consideraciones estratégicas en las que se enmarca por lo que conviene comenzar por analizar el contexto.

Unidas Podemos, a pesar de sus dignos resultados en las catalanas, está experimentando una merma constante en sus expectativas electorales.

En Madrid, además de las inquietudes que provoca la posible inhabilitación de Isa Serra, todos los sondeos le sitúan por debajo de ese dramático cinco por ciento que los puede condenar a la irrelevancia y más en un momento en el que carecen de una apuesta clara para encabezar la candidatura, por lo sorpresivo de la convocatoria.

El pacto, ahora roto, que dio la presidencia de la Comunidad de Madrid a la derecha se percibe en la izquierda como una consecuencia de la dramática ruptura entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón.

La valoración de Pablo Iglesias está bajo mínimos fruto en gran medida de su sobreexposición, del acoso de determinados medios y del papel que le toca jugar, casi de manera inevitable, para mantener la tensión en Unidas Podemos con esa estrategia de ejercer, en cierta medida, de gobierno y oposición a un tiempo.

Por último, Pablo Iglesias tiene clara la percepción de que su ciclo como líder electoral está agotado, al igual que sucede con su papel de líder orgánico.

Ante estas circunstancias, Iglesias da un golpe en el tablero y reorienta el debate:

- En primer lugar no es que establezca la agenda, es que se la apropia en exclusiva lanzando una candidatura de enorme calado. Frente a las candidaturas inevitables del PP y VOX, a la candidatura continuista del PSOE y a la candidatura incierta de Ciudadanos, Unidas Podemos presentará como candidato a todo un vicepresidente del Gobierno de España y líder de una fuerza estatal relevante para la gobernabilidad en todos los ámbitos (estatal, autonómico y municipal). Convierte una debilidad en una fortaleza.

- De líder indiscutible de la formación, pasa a convertirse en servidor de Unidas Podemos: va a ocupar el lugar en el que le necesitan.

- De corresponsable de la ruptura del espacio de la izquierda alternativa pasa a convertirse en promotor de la unidad: reconoce que tanto Más Madrid como Unidas Podemos pueden tener razones para justificar lo sucedido pero no tienen razones para prolongar esa división.

- Ofrece toda su experiencia, adquirida en el Gobierno y en la dirección del partido, en el lugar en el que más se necesita, Madrid, para frenar el mayor peligro al que nos enfrentamos, el ascenso de la ultraderecha.

- Promueve una sucesión ordenada, que queda en manos de la militancia y de la decisión de la propia Yolanda Díaz, pero la señala claramente como su sucesora en el ámbito público, a falta de saber si esa condición se extrapola al ámbito orgánico.

- Se libera del corsé que supone la vicepresidencia de un gobierno de coalición. Desde su condición de líder autonómico podrá seguir marcando diferencias con el PSOE sin la disonancia que provocaba esa doble condición de gobierno y oposición al tiempo.

- Como líder en retirada (dure lo que dure esa retirada) gana comodidad ante los medios y traslada parte de la presión y la representación a una candidata muy bien valorada y con una imagen muy fresca que aúna rigor técnico con un lenguaje político muy claro.

- Da el paso aprovechando su discurso para realizar un balance enormemente positivo de los logros obtenidos gracias a haber pactado un gobierno de coalición. En el relato de Pablo Iglesias, el PSOE ha puesto los votos mayoritarios para poder constituir un gobierno pero ha sido Unidas Podemos quien ha orientado la acción de ese gobierno hacia la izquierda.

Conviene destacar que este golpe de efecto es posible gracias al hiperliderazgo de Pablo Iglesias y al carácter cuasi mesiánico del que se ha dotado su discurso político. Así, una decisión personal, de un calado indiscutible, se convierte prácticamente en asunto de estado y orientará en gran medida no solo el debate de los próximos días sino la precampaña y la propia campaña electoral.

Se trata, por tanto, de todo un golpe de efecto. Probablemente imprescindible para Unidas Podemos. Probablemente beneficioso para movilizar a las izquierdas en Madrid. Pero probablemente, también, todo un síntoma de cómo la política se va viendo colonizada por el efectismo convirtiéndose en un espectáculo.